¿Por qué elegimos un fragmento que fotografiar? ¿Qué vemos ahí? ¿Qué sentimos ahí?
Más allá de la superficie que podemos compartir, está la interpretación de esa superficie.
Un poema son solo palabras, pero cada persona se refleja a su pesar, sin elección. Lo ve, lo siente de una manera particular. La subjetividad.
Esa diferencia es, a veces, más perceptible, incluso exagerada, según la implicación de quién mira y, quizá también, de su momento personal y de su historia. Por eso, todo es voluble, todo se cimbrea en la piel y el pensamiento, como nuestro reflejo en el agua de un lago. Y por eso el juicio es tan difícil…, tan insignificante.
Y sin embargo, ¿qué diferencia estas imágenes de otras más documentales? ¿Lo amanerado, lo "artístico", lo sentimental, lo naif, lo kitsch? ¿El deseo insalvable de alejarse de la perfección electrónica de la imagen, de su frialdad de cadáver, de su desamparada servidumbre al cliché?