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Zarathustra



—a Michel Surya y Georges Bataille

…pero todos ellos son poetas,
pues lo intentan y fracasan.


Por sorprendente que pueda parecer
solo el movimiento es soberano:
abre el vacío al deseo,
al cegamiento y la desaparición.

La poesía no buscaría el tesoro de la tierra,
combatido airadamente sobre ella,
sino la pérdida, el fulgor,
no de amor sino de una íntima violencia
que anuncie turbios desgarros, asolada superación.

Lejos del amaneramiento, disolverla
en una recusación de lo bello y delicado:
   apenas la he soñado en esta boca cerrada
—queda y húmeda como una fosa—
y la página vacía
ya estaría traicionando esa arcada primera,
ese golpe sin frente que es el germen del movimiento.

Ni la parodia ni el rechazo me salvan de ser
uno de los que usan esa verdad
—ni siquiera renuncio y amago—
como una posibilidad suplementaria:
                la poesía es
el desastre,
no trata sobre él.
       Ni los juegos de palabras más enfermos
—cada uno a su sacrificio
elevado por el movimiento al límite de lo posible—
sirven nada más que
         para constatar, de nuevo,
el hastío y el fracaso del intento.

No basta que rechace toda obra de antemano,
ese impulso me llevará inexorable mente al residuo,
al falso lenguaje perpetrado por el hombre
a la falsa ruina secreta
al fatuo holocausto de las palabras,
               el grito
se agotará en el instante
y un cálido vacío se enfriará en mi pecho.

Todo poema es, así, traición,
desacralidad encadenada al tiempo:
   un caballo se vuelve loco bajo el nombre
—rienda y bocado—
de objeto discontinuo y servil.
             Yo aún soy ese objeto,
y cada día estrello mi cabeza
contra el muro de lo posible,
mi razón no desfallece en las inútiles palabras.
El deseo es aún más temible
            que la decepción.

   Quede aquí este residuo como muestra,
como mueca de impotencia y derrota,
para el disfrute de curiosos, erráticos poetas y amantes
al borde de la vida en la ciudad1.


Texto-collage utilizando palabras y frases del capítulo titulado La repugnante sentimentalidad poética, del libro Georges Bataille, la muerte obra, de Michel Surya, tanto del autor del libro como del referenciado. El texto original es tan absorbente y duro que difícilmente puedo cambiar sus palabras en mi lectura. Mi reconocimiento también a la traductora del libro, Meritxell Martínez. Mi idea era hacer un resumen del capítulo, sin ínfulas poéticas, pero...
1 para el disfrute (…) en la ciudad: de La sangre de las bestias, película de Georges Franju, 1949. La frase, en la película, se refiere a un rastro de objetos de última mano, viejos, situado donde acaba la ciudad, verdadero muestrario de sacrificios a la idea.