Un poema sin nadie dentro

Van Helsing, la Condesa Zaleska, Sándor y Hashem,
hablan del ser, que solo existe para converger en el poema¹

VH: La fuerza del vampiro reside en que es increíble
el muerto vivo
      que prolonga su vida inhumana
como lobo sediento de sangre,
extrayendo los sueños de los que mueren hasta el amanecer

   el remoto castillo, el cajón de arena..., en el papel,
el único abogado que podría defenderle es…
un psiquiatra. Y no.

CZ: A Adonái y Azrael²,
al cuidado de los amos de la llama y los infiernos,
entrego este cuerpo para que
se consuma en el fuego de la levedad y el olvido, Hashem,
¡Hashem!
           Libre al fin, Sándor. No ser más
una mujer bajo la influencia.

…

   La noche ya casi está aquí, y
el piano me espera ante el crepúsculo: sus venas de metal
abiertas, ese apego a la vibración de su cuerpo y el mío,
ese propósito de paz, que me consume.
                 Las alas de los pájaros,
el latido del perro, insomnes criaturas... What music they make!
Escucha,
    ¿qué ves en mis ojos?

S (condescendiente): In blood, again.

CZ: Stand by the fire for a moment.
(la palabra desnuda, sus manos pálidas y frías, sus dulces hombros...)
Have you ever modeled before?

H:  Soy lo único que hay entre la destrucción y tu yo
insoportable.

CZ: El anillo en mi mano, y su brillo en tus ojos, duplicando
mis vanos anhelos.

H:  A vampire cannot see its own reflection in the mirror
                      in vain.

CZ (esquiva, con ligero abatimiento):
   Ni la música en el poema habla de liberación, lo sé.

   Solo es
      un poema sin nadie dentro,
bajo las violetas del jardín, bajo la tierra junto a la estatua de la luna
y el perro,
royendo los labios del hombre que sueña ser
                   desgarrada felicidad y
olvido bajo el sol,
        como un charco que la lluvia dejó, para sí,
como espejo.

S:  Fucking mystic!