—a Roberta Marrero
Deshilachada, poco a poco
deshilachada,
como un juego estúpido,
la vida, por ejemplo, y todos sus ídolos y disfraces
en que no debes quedar desnuda, abierta
deshilachada,
como ropa vieja de la infancia,
sexo, violencia y norma
apenas el espíritu habla, como un perfume
—y ya es más que un buey desollado—
un espíritu caído en el texto
detenido como una gota que se agita
los poros de una página maldecida
y el sudor de su frontera que del margen se vierte
Roberta des–
hilachada
guarda un camino elemental
para volver a lo que nunca pudo ser,
—hablar no nos salva —dijo, el lenguaje es incapaz,
solamente nos envanece, huída hacia adelante
mi boca, también
suspendida ante el abismo social, la sucia página
sin derecho a una dignidad-cuerpo es
palabra de carne pixelada o
plástico amor de virgen.