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Profecía de Lluís Serracant

—plagio por adoración, no por avaricia—

todos los españoles moriremos de rabia
y ningún perro tendrá la culpa,
todos sentados en nuestros salones
escuchando las noticias que dirán:
la propiedad es sagrada y un robo
la propiedad es sagrada y un robo,

uno de nosotros echará espuma por la boca
y creerá estar en el cielo
y otro perderá los ojos rodando por el suelo
y no los podrá encontrar
por ahí han sonado, dirá, enloquecido

estaremos perdidos en nuestros salones y,
a pesar de no estar atados,
no podremos abandonar su bienestar,
cagaremos en los armarios
y tendremos hijos de la tribulación bajo la espuma,
hijos españoles,
y nos repartiremos la estancia,
y las puertas estarán abiertas
como grandes ojos ciegos en la bruma de los gemidos,
y una de nosotras gritará:
¡no me puedo arrepentir, ni quiero,
no me puedo arrepentir, ni quiero!,

y dirá entonces el perro: ¡penitenciagite!, riendo,
y la esposa, de pronto, encontrará
los ojos de su marido ciego en su mano,
como dos testículos secos, como dos tierras amargas,
y la televisión seguirá diciendo:
la propiedad es sagrada y un robo
la propiedad es sagrada y un robo


todos los españoles echaremos espuma por la boca
y en medio de todo ese espumarajo
una virgen adoración echará verdes sapos
de cuclillas por la grieta
y será como un musical de Bugsy Berkeley,
como una apoteosis del Caesar Palace de Las Vegas,
como una procesión en primavera,
sapos enormes como reyes, mientras grita:
¡mis pecados, mis derechos,
mis pecados, mis derechos!
,
y los verdes animales saltarán una cosa mala,
repugnantes como todos los españoles
pues se pederán a cada salto y creeremos que vuelan,
y los pedos no serán cosa de risa,
entonces decidiremos que la maldad sea sagrada, como la espuma,
como las luces de neón que irradia
la virgen de Las Vegas,
como los sapos verbeneros que nos aflijen y comemos,
y así llegará por fin el día
que no podrá ser contenido más el aliento
y el tiempo caerá a nuestros pies, riendo
como un perro