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Perro de sed

a propósito del imaginario de Fritz Scholder



restos de actividad humana
paradoja del tiempo detenido
el punto más dentro de la montaña
—no hay respuesta, sí eco—
he dibujado tu forma de invierno
tu árbol familiar
he dibujado tu biografía de nadie
dado el momento

visité ciudades abandonadas
bajo el auspicio del vampiro
Egipto, Mesopotamia… la Luna
en un acto egocéntrico
bajo el sol abrasado y el suelo frío
hice una especie de exorcismo
mirando sin mirarme a mí mismo
experimenté la tinta en la boca
y chupé un seco pergamino

entre las piedras encontré un metal
en que apoyar mi cuerpo
y ya no sé si es más verdad
la sombra, la palabra o el metal
—ritual de la pintura—
perro de sed collar único
durante un segundo y
un segundo después, la nada
de la ceguera, el tercer ojo callado
las manos manchadas enteras de voces
—irresponsables—

el teatro de la vida es
una mujer desnuda sobre la lana
como caída del techo
o la lluvia cuando se remansa y
define una forma,
lo que cuenta es el acto, Parálisis lo dijo,
el vano gesto, la flor que muere para nada
en el estudio
      la oportunidad de la impronta

audacia de la flor, por tanto, del guerrero
del suicida, de la momia que canta
—definitivamente sola—
la vida en su refugio,
     aún me intriga la figura humana
el chamán loco de potencia negra
en Lascaux empalmado
documento del impulso
invisible objeto, linterna mágica