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Palimpsesto



rebañar todo rastro, todo texto,
toda palabra sea furtiva y expoliada
   —quizá entonces, debí decir cian, y no azul,
pero no estoy aquí por el color y su agenda—
el fantasma
solo puede ser libre
si esto no fuera una incongruencia
que solo conduce a la frustración, al reinicio,
al solapamiento
venda sobre venda de inagotable ficción, vida

encadenado como estoy al tiempo
¿qué otro valor tendrá la palabra
que la del perro atado a la puerta de la carnicería?
columna despojada
cariátide rendida,
escribir basta, decían, si no, la falsa ventura
de esta vida administrada, sin eco,
tristeza de la lógica en el compás de dios que Blake
abrió contra el suelo
polla en tierra
      los gritos ahogados del museo de cera
o del callejón del gato,
la industria ligera
        la secreta ruina
disipada en la memoria
como algas del silencio, mayormente moho,
consumida libido negra
   —fósil, despégate de mis dedos,
hueles a lejía, vida muerta, encadenada—
y acabas volviendo al agua
a la pasta fundida de papel en el líquido primero,
húmeda frontera
que siempre se contradice en
ese cian que se descuaja en blanco.

               Y, sin embargo,
hay en su olor y su color,
otra verdad que no está en la ciencia1.

1 Georges Bataille.