voy adonde vaya el rocío cuando marchita
mis ojos son peces voladores
mira mi casa muerta y florida
y acércate a mi ventana, verás
los colores de la tarde, cómo giran
hacia la noche
venid a ver la sangre por las calles
las gotas de pensamiento líquido
rodando como sapos embriagados
hacia el encanto del charco seco de la página,
la pálida noche ya asoma en la esquina
de esta elegante calle vulgar
levanta el musgo de tu máscara de piedra
levántalo al cielo y admira
los gusanos de tus venas, cómo brillan y boquean,
iré donde vaya la sangre que vierten
ondulada, esponjosa, golosina,
y veraz
como la hierba nocturna
crezco, y mi casa ya es solo hiedra,
y corto el cuello de una flor desprevenida
para ponerla en mi boca y, vanamente,
colorear, mis palabras con su incienso
de vida, e impostura.