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Impotencia de la mirada



hasta la cosa
más simple quisiera desaparecer
1
L. M. Panero


   La belleza es triste,
es un vano a la nada, al origen.
             Tras tu hermoso rostro
se esconde la flor que no existe, más que
para nombrar el vacío de su ausencia.
                La belleza
no puede ser devorada
—sueño estúpido del caníbal—,
la belleza es un fantasma, como una mosca
indiferente a tu sufrimiento, o placer,
la belleza es falso ungüento para este padecer
que llamamos vida.

   Escucho en tu boca el eco de la belleza
como tiembla el hambre ante el tigre,
y me creo dios intangible si te nombro
falso espejo de aquello que la belleza nunca
me permite,
      como una lluvia que escampa
después de manchar los muros con sus dedos
o la hierba aplastada bajo el pie desnudo,
verter verde sangre,
         la belleza gime y canta,
como una sirena atada al mástil de su propia condena
mira la luna y dice
que nadie me escuche,
que solo sea olvido, perfume barrido por el viento.
La belleza encoge el sentimiento y soy
polla de viejo y coño de anciana
carne de val seco, tierra que tiembla bajo ella y mar
que se estremece.

   Por eso, cuando ahora pasas junto a mí,
mirarte es una experiencia de muerte,
la definitiva constatación de ser animal interrogado y
hablado,
    con la ofuscación de la bombilla en la cara,
como Gene Tierney al volver del más allá2,
ahora para luego caer a la vida
de la tiniebla y la palabra.

   La belleza es la pequeña luz tras el butrón,
tris de infinita imprecisión, aliento suspendido del pez
en el hilo hialino3,
        relámpago-guerra en la paz
de sumisión a la mirada.

1 Del poema Mercedes Blanco, de Leopoldo María Panero.
2 Laura, Gene Tierney en la película de aquel mismo nombre, siendo interrogada por el fascinado policía con un foco en la cara, deslumbrada y deslumbrante, habiendo sido considerada muerta.
3 hialino: translúcido, diáfano, hecho de vidrio. Referido normalmente al cristal de roca o cuarzo.