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las fauces de la muerte o la gloria

las fauces de la muerte o la gloria,
estas son las puertas del enemigo
un preciado secreto que todo el mundo conoce
donde no corre la sangre ni el dolor
todo parece perfecto
en esta muerte limpia sin cara,
todo terrible en esa gloria
de noches de la calle
contra las fachadas anónimas
—eso que no cambia—
los príncipes fueron los favoritos
para la manada de la muerte
—no soy consciente de mi fortuna—
cruzar esa raya
esa cortina de invisibilidad
después de tanto cultivar la paciencia
y roer las sobras
al otro lado
eres un espectador, un ojo abierto
un testigo
ya no un modelo o una carne embotada
o un espejo
quizá sí el azogue invisible que da
sentido atroz al otro lado
a ese reflejo que llamamos realidad,
a los paseos, los trabajos, los abrazos
y las deudas
la apariencia de transitar las sombras
en una calle que no existe más que en el deber
en la deuda impagable de la biología
en la deuda fatal de la economía del vivir
mientras, al otro lado,
lo que era mínimo ahora es máximo
y en las manos no leo mi futuro
bajo la tinta de los días
un sombrío apetito de ser,
—donde ser es nada—,
tras las puertas ya cerradas del decir
la vida se derrama en un charco