una manera de convertir lo salvaje
en armonía,
de atar al monstruo en la playa
con estacas y cerrar
la silueta en la memoria,
organización del deseo que
enfría
el propio deseo en glicerina
en vez de
escupir la imagen como se eyacula
restregarse contra ella, barro primigenio,
ahondar las esquinas
penetrar las llagas
lamer las juntas, magrear su ser
el instante que huele mal
abandonarse al abandono que resbala
asesinar al fantasma y
caído contra el papel
deleitarse en su agonía
como la idea de un dios crucificado
o una virgen violada telepáticamente
mediante una paloma
mensajera