Si solo es llenar ese lugar vacío dejado por Dios,
si solo es drenar su veneno azul,
he aquí la palabra, el sonido
o la imagen
caídas en la grieta ansiosa de lo imposible,
inconsolable.
Después de creer en Él,
después de temerle más que a la vida,
una asidua turbación sin nombre ocupa su espacio.
Y creo en Ella como en el aire o el sonido,
y la temo como al orgasmo y la amo
como al cataclismo de la civilización.
No es una salvación, sino una cumbre helada,
obstinada y oculta en su fin por las nieves
perpetuas de la transparencia,
las nubes de una dejación inevitable.
La sed del mar ante la playa es mi lengua
que intenta tocar esa alma,
imagen de toda palabra y sonido.
Solo el silencio subsiste a la insatisfacción.
Solo el silencio es divino, mas
ese vacuo dolor, su lugar, no puede ser en vano.