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Destaje la locura

   Asiente la locura y destaje
un clamor de rosas
la vil clausura de una nube incolora
la irrepetible tinta mar y armonía
extática que a nada le debe
revelar vuelo, voz y timbre.
            Aflore leve
una máscara de oro regio
para morir plácida en la cultura,
en el tímido nervio de furia y deseo
crepitar sobre los cuerpos que gimen.

   ¿Qué fue de tu distancia de pájaro negro,
de tu curva de luz y pesadumbre?
               La mano triste
corona de ausencia y dora
la página que insiste en su blancura.