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Circus Christus

—a propósito de Georges Rouault1


Soy un obediente, pero el rebelarse está al alcance de cualquiera;
más difícil es obedecer en silencio a ciertas llamadas interiores y
pasar la vida buscando los medios de expresión sincera ya apropiada
a nuestro temperamento y a nuestros dones, si los tenemos.

Georges Rouault, 1937





Ante el cristo bárbaro y severo,
poliédrica témpera, objeto
e inquietud de turba, desfigurado hormiguero
de muecas.
     Flagelaban los doctores
el divino instinto, veraz,
reinterpretando su luz en canon obsceno.

Abstracción de museo
sintaxis desnuda, patibularia finta
de la cruz prostituta,
ideal de perfección sacra, león o escualo,
huella o talud
   —¡qué inconveniencias tienen los sueños!

La herida energía horada la civilización
—rudo invierno— en carpa,
categórica vedette, analogía, oh,
            derrengado clown.
El verdadero rostro
—¿quién no se disfraza de dios! —
insinuante y sutil
del dudoso evangelio, irrupto
en lenguaje transfigurado,
ceñido en el blanco resplandor
de una majestuosa muerte, e incomprensible
abandono lírico,
el rostro verdadero, desaparece.

1 Siguiendo la introducción de Enrico Crispolti al volumen Rouault, de Pinacoteca de los genios, 1965.
Circus: lat. del gr. kíkros, argolla del yugo, anillo de vela, garrucho, para formar, en principio, círculo.
Christus: gr. jristós y éste del verbo jrio, untar, frotar.