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Avido de luz


a Aníbal Núñez



Ávido de luz,
si la luz fuera eso
que no lo es
      el poema llegó al olvido,
entró en él como al buque fantasma
buscando entre la niebla
un espejo mítico, neurótico,
más deseado que real
en que apuntalar su ser en el mundo.

Todo el peso del presente,
la espada en equilibrio sobre su cabeza,
le hizo sentir la inoperancia de ser y lucir,
atascado en el esfínter temporal de
un cuerpo inalcanzable
           observó el eclipse
de todos los datos que
le habían enseñado le nombraban.

El pasado era tan inútil como el futuro
y advirtió vivir en una ciudad de provincia
—oh gusano en la gran manzana—
deshabitado de logros y sueños,
también de temores.

Ninguna luz vino a buscarle
salvo la oscura conciencia, acerado filo del
aquí y ahora (entonces).