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Así decae un kaón positivo


a Aníbal Núñez
Vencido está y no es un derrotado1.


Él tiene un número llamado extrañeza.

Ante las débiles interacciones muestra, un hecho inesperado:
las partículas que produce su desintegración se manifiestan
dibujando espirales en el campo imantado
de una cámara de burbujas o de una editorial de best sellers.
El tiempo de vida se demora.

¿Quién goza del goce pulsional, incluso en la negación ritual
del afuera?
si la superposición es insostenible para la dignidad del símbolo
en la frágil interacción del poema
la paridad se desvanece, y el equilibrio le sigue en su debilidad

se precipita entonces y abate en la unidad silenciosa
para sostener una posición metafísica, transhistórica, de único
amor propio.

          Fue la ausencia de la interacción fuerte
en el imperativo de hierro de la verdad económica —su opio—
la que pudo negar su propagación en un accidentado moverse
envoltorio
            procura, emergente, que la recluta
no recubra tu frente en una máscara aún mayor que la que ya
porfías, y abandona el silencio solo para nombrar
la muerte,
que te interese más la irrevocable circunstancia que la historia
de la poesía
     —patética ingenuidad, le dirán, los hijos de puta—

1 del poema La batalla, de Aníbal Núñez.
El kaón es una partícula que tiene un número cuántico llamado extrañeza. Se genera mediante interacción fuerte (que mantiene unidas las partículas subatómicas) y decae por interacción débil (responsable de la desintegración de dichas partículas).
El orígen del poema es esta imagen.