“Canta celeste Musa
la primera desobediencia del hombre”
JOHN MILTON
Padre, Padre, Padre alto y político,
cortaste mis alas como si fueran mi lengua
y me empujaste al vacío con horrendo estrépito,
caí al abismo de… ¿la perdición?
solo por escupirte en la boca
solo por mear tu corona de hielo
solo por reirme de tu poder, Padre
¿es este el lugar?
¿es esta la región?
¿el clima, es esto?
llevé conmigo la flauta del pan
el vino de Dioniso y
un AK-47 contra mi espalda roja y
ardiente de sangre y plumas,
sin embargo,
el dolor fue menos que la nueva luz,
yo perdí mis alas, pero no perdí mi amor,
mi amor por la subversión y el fuego
voy a conocer a tus hijos, ya no yo,
voy a conocer su planeta de orangutanes,
chimpancés y gorilas armados,
sus hogares, iglesias, sus bancos,
su congreso y senado, sus bares
y prostíbulos, Padre
y no podrán salir de salones y fiestas
de sermones y catedrales,
nada entenderán más que
cuánto queda para las vacaciones,
les castigaste con el trabajo
solo por comerse tu manzana
y ahora han instaurado tu reino en su tierra
a tu imagen y semejanza,
Finis Gloria Mundi, Padre,
en un parpadeo
se acaba,
escucha tus palabras rasgarse
entre metales y flautas,
Padre
Este poema es fruto de mi admiración por la adaptación teatral de Andrés Lima del Paraíso perdido, de John Milton, magníficamente adaptado por Helena Tornero. El texto en cursiva es literal del comienzo de la pieza, palabras de Satanás.
Este poema es parte de un trabajo más amplio, pues engloba mi pieza musical titulada Raising Angel (Lucifer visita el planeta de los simios).