una dulce maniera,
Guillermo Carnero
Cómo arrasa el tiempo la armonía
de la presencia y la figura que abriga,
cómo nubla
su hondo espejo de humo níveo, y uno ya
es otro, cínico que celebra
la mórbida escena de haber sido.
Se acerca y
aleja a su propio teatro, aéreo el ánimo
desconocido, desplegado en fantasmas, ficción que
reitera pasados goces que duelen,
en el largo corredor
sin perspectiva
pantalla de sortilegio, cuna del sueño.
El hombre triunfa
en la débil muerte de la ficción, en los clavos del recuerdo,
en el desapasionado cuerpo de las flores
caídas,
la carne no es amparo, la forma sí, gloria
de volutas, lúcidos amarillos,
pulso de una ilusión que, como la vida,
se arrastra hacia la muerte dulce y ocre,
sangre de Arcadias,
oros de la tiorba,
qué es ahí mi ausencia, más que
¿Sagrada?