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Melíades1

—siguiendo Bacanales en Rímini para olvidar a Isotta, de Guillermo Carnero—


en la dulce demencia del festín,
Guillermo Carnero




      En señal de dominio, rasgará sobre nosotros
el azul.
   El amor flotará sin rumbo, perpetuo,
y una lentísima música de hogueras, en arpa
dorada y demencia de cabellos,
sumergirá el vívido candelero2 en baño de olvido,
de agua y laúd.
      ¿No será la vida, cólera de la muerte?
¿No serán esos brillantes emblemas,
danzas de un cetrino3 enemigo sobre las rosas?
                    En pocas horas,
ocultarán los fresnos nuestra prevalencia y determinación.
Versos, vino y cadáveres restarán desvanecidos,
arrugados destellos de un dulce atardecer
lastrado de anillos y gemas,
            y ninfas se alzarán
entre los flecos del festín, proclamando la líquida certeza
de una bacanal4 de labrada tierra.


1 Melíades: ninfas de los fresnos, conocidas como melias o melíades, pues esos árboles exudan una sustancia azucarada que los griegos llamaban miel.
2 candelero: sujeción de la vela. Velón, lámpara de aceite. Lo que soporta lo encendido, la vida, el cuerpo.
3 cetrino: melancólico, adusto, amarillo verdoso.
4 bacanal: de Baco, criado por las hijas de Proteo, ninfas del mar conocidas como las Nereidas. Aquí, bacanal de la naturaleza, reciclando todo el azúcar que somos.