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Les charmes de la vie

—siguiendo Les charmes de la vie, de Guillermo Carnero—


à tous ces sales rosse de petit-bourgeois

patria, fama, triunfo, (…) y amistad con los dioses
de Les charmes de la vie, de Guillermo Carnero



      Que no turben los aviones, la helada palidez del crepúsculo.
Que va a comenzar el bombardeo. Irisaciones y destellos
cuando todo quede a oscuras,
y que nadie pueda ver los ojos amarillos de los dioses,
la seda de su metal pulido.
           Que los andrajos de piel
oculten las ventanas rotas,
y alguien desenlace los sudarios: nada debe amenazar
el flujo de la muerte,
ni las escuelas, ni los hospitales, y menos aún, los niños que duermen,
que nada quede inmune. Que solo el aire
solo el frío, alimente las bocas abiertas, ocultas en la noche,
y difunda en las habitaciones, el resbalar
de sangre de patios y corredores.

      Que las cortinas llameantes no descubran
de dónde brotan los detonadores,
y no convoquen hacia el refugio
madres, hijos, padres y ancianos,
para que en la tiniebla, los colores de la muerte
desprendan un ingrávido gorgotear de sangre, un viento de hueso,
un musgo de carne, y así,
por un laberinto de fauces,
poco a poco, los llantos, brotando de la oscura transparencia del humo,
irrumpan en los cuerpos amortajados,
y desde cada moldura caída,
libere las voces de la noche estrellada
en el fango televisivo de los blancos ciudadanos, y el vals
entre las máscaras de Viena.

      Los cuerpos desmembrados, estatuas,
como la propia tierra de Gaza, oprimida en la encrucijada,
entre el río y el mar,
por un puñado de intereses sumergidos bajo la divina faz,
los depósitos de los bancos y el Lebensraum1.
                   Las montañas los campos,
las playas azules, a lo lejos, van siendo lamidas por el fósforo blanco
—son hoy, aquellos hornos del pasado—,
luces festoneadas en bombas de racimo y corolas de metralla,
la múltiple aureola del genocidio, su corona, su impunidad de fête galante2,
como un esperpéntico espejo alucinado del Callejón del gato.

      Que los dedos desaten los sones originarios:
                         Rage,
rage against the dying of the light
3, desde el río hasta el mar.


1 Lebensraum: espacio vital, en alemán. Abarca las políticas y prácticas de colonización que proliferaron en Alemania desde la década de 1890 y que los nazis convirtieron en principio ideológico. A este concepto se añadió el de eugenesia: la supuesta raza aria superior quitaba a las personas originarias su propio espacio vital.
2 fête galante: género pictórico que representa escenas bucólicas cortesanas propio del arte rococó (s. XVIII), que evocaban la mítica Arcadia (mítico lugar donde reina la felicidad, la sencillez y la paz: semejante a Utopía y Edad de Oro). Casualmente, el militar encargado del genocidio gazatí se apellida Galant.
3 Rage, rage against the dying of the light: Rabia, rabia ante la muerte de la luz, del poema Do not go gentle into the good night de Dylan Thomas.