A veces, basta el retrato, la peluca o el soplo,
el gesto trágico de la sonrisa o su estatua desnuda, ecuestre3,
para que surjan del légamo agitadas acacias4,
palacios de nieve, estancados valles.
A veces, basta un cóctel abandonado en la calle
para rozar el color de la noche
como piedra que nadie pisa, o losa que a nadie inhuma,
el gesto vago del musgo acariciado por la serpiente,
—lo muerto no tiene cascabeles en los ojos,
quizá, solo nombre—
Y a veces, solo el nombre, mil quinientas noventa y nueve veces
pronunciado por el aire,
cuando se cuelgan a secar los trapos húmedos y
remendados del día,
la trágica feria de
no ser más que suave abandono, medio,
superficie que llaman vida,
la ceniza5 de Yucatán y Pompeya,
Beatriz cencida6,
en el nombre.
¿quieres ver mis trapos?7, diría.
1 En el poema seguido, se habla de la muerte de Beatriz Cenci en 1599. Asesinada por planear la muerte de su padre, que abusaba de ella, aquél protegido del Papa de turno, a los 16 años. Su apellido, Cenci, significa, en italiano, trapos, harapos. En el DRAE aparece la palabra cencida.
2 Boscoreale: villa italiana junto a Pompeya y de igual suerte.
3 estatua desnuda, ecuestre: añadí ecuestre por necesidad de algo más, y apareció Lady Godiva, montando a caballo desnuda por el pueblo de su señorío, en cumplimiento del reto hacia ella de su marido, para bajar los impuestos a un pueblo ya asfixiado.
4 acacias: en la masonería occidental, es prenda de resurrección e inmortalidad. La corona de espinas de Cristo.
5 ceniza: p. ext. conciencia de la nada, nulidad de la criatura. Resto del fuego, consumido. Para los mayas: germinación y retorno cíclico.
6 cencida: dicho de la hierba que aún no ha sido hollada. Fue anterior a la traducción, usar la palabra trapos en la última estrofa, azar.
7 ¿quieres ver mis trapos?: frase del fantasmático personaje Madame Edwarda al protagonista de la novela del mismo nombre, de Georges Bataille, en el momento de ofrecerle a la vista su sexo abierto.