DELIRIO DE JOKANAAN
no tengo memoria bajo tu mano,
cualquier doblez, cualquier olor,
cualquier color distrae mi pensamiento
y construye una habitación sin airear,
oscura como tu axila,
como el recuerdo de un sueño,
como el sudor de la fantasía
el pie intenta un suelo que no quiere tocar
en realidad,
y una paloma roja huye de la tierra
como una mujer que se levanta de la tumba,
con esa mirada en sus huesos,
pálida princesa de lino,
como la sombra de una rosa blanca
o la lengua de una mariposa que no entiendo
no te miraré,
me parece ver un rostro en la luna y no es el tuyo,
como un velo se manifiesta, como un sueño,
¡qué bella es!
una imagen de marfil o esperma,
pero, ¿porqué señala mi frente?
tengo ceniza en la cabeza
y hay azulejos rotos en la pared harapienta
de mi desierto
el bello lino sucio que cubría tu cuerpo
es ahora mi cielo
y solo la luna nos mira a través de tu encaje,
dios se oculta en un barreño
y su trovador canta bajo tierra,
—sería terrible que los muertos resucitaran,
no sabría qué decirles,
¿buenos días?—
siempre te he tenido cariño, princesa,
puede que demasiado,
he visto pavos reales en tus manos
y tus plumas en mi frente
o tus dedos cercando mis ojos,
¡sé quién eres!
oigo tu pecho rodar por mis entrañas
como un escorpión,
oigo tu respiración pegada a mi mente
me balanceo cogido por tu mano
como el colgado, cabeza abajo, sonriendo
al sonámbulo que habita entre tus piernas,
seco y ennegrecido por la mirada de tu sexo,
oh conciencia de mi final,
cuerpo huérfano de razón, sediento de sed,
apátrida de verdad,
¡ya vienen los pájaros, Salomé!
dame tu mano