ENDO-SCOPIO
Un cuerpo suspendido,
en el diván de la noche despierta.
Las manos gemelas,
acompasadas en el gesto del corazón,
hurgan en la oscuridad.
Los ojos iguales,
rompen la simetría de la función
y se pierden en las sombras
mientras los pezones, suspicaces,
barren un cielo sin estrellas
y luna a ras.
El telescopio está preparado
para mirar hacia,
sobre sus patas negras.
El cuerpo suspendido
abrirá el ojo interior
después de frotarlo, incrédulo,
y conectará con el plano focal,
centrado en distancia y lente.
Mirará lo extremo, nada.
Esa conjunción licuará los ojos y las manos,
disolverá el tejido,
y la luna comprenderá.