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Vestido de astracán

—página de un diario—

os dije las palabras,
me escuché decirlas como si fuera otro
y yo estaba en la habitación
y todas las palabras también estaban
escupidas por mi boca
contra las paredes y vuestra piel
      toda esa desazón airada
ese desamor

querer y creer, y saber
la inutilidad de la palabra
la estupidez del gesto, del zumbido
según caía de mi boca
sobre la mesa y los alimentos
la palabra es brisa para el mal
y el arma y el amor no alcanzan,
todo es inútil en la totalidad

me miro en un espejo enmarcado
y no me reconozco en el rostro
en la verdad de esa carne plana
y sin embargo,
sí en la estupidez de la palabra
en el azogue blanco de papel ruidoso
como de niño que se ahoga
o de váter que no traga,
en la ternura seca bajo tanto odio,
en el fósil de un humano vegetal
que un día hallé entre escombros
        de una iglesia
como una escritura sagrada un sarmiento
que yo solo podía interpretar
como caída del ser

toda esa nulidad soy yo, toda esa boca
toda esa baba esa imposibilidad
que escribe en vuestra piel
sobre la mesa y los alimentos
abusando
        evangelio

este es el sucio espejo que ahora llamo vida
la falsa cueva donde vivo oculto
de una guerra que regurgita la palabra
para hacerme un traje,
cobarde a medida
poeta