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El vapor del poema

como si un poema pudiera hablar
sin que la lengua lama el suelo
sin esa quemadura o incienso
sin ese veneno esencial que da la vida,
el poema es el vapor que flota sobre el lago
quemando en los ojos el paisaje
turbando el espejo
desafinando el olor de la piel usada
bajo un sol velado de mediodía

¿en quién me convierto yo para hablar?
¿en la boca que no besó tantas bocas
en la voz que entre espasmos no gritó
consignas perdidas en la memoria
en la mano que deambula sin cabeza
entre las paredes del papel?
¿qué puedo contar yo?

quisiera robar vuestras vidas cual caretas
asaltar vuestros vicios inútiles
bailar vuestro desprecio sobre el poder
romper vuestra ventana rota con una piedra
para no caer sobre mí mismo
una y otra vez
como planta carnívora que se auto deglute
para no ser el burro en el garaje que soy
o el astrónomo que busca vida allí fuera
en la mirada

ni aún resplandeciente derrota
es la vida en la ausencia
bajo el impulso melancólico de la ira
de la palabra, del altar
del deseo de ser, en el papel
el reflejo en el lago
bajo el vapor del poema que se mueve
lentamente
que resbala sobre toda esa vida
en la profundidad del azogue
toda esa vida que expolio de vuestro cadáver
toda esa vida que yo imagino
en la quietud solitaria de la página

si algo me conforma es la cobardía
ser anónimo en la escombrera de la vida
y soportar en el pecho el sol
en que arde el paisaje
junto al lago
y el vapor del poema nublando mi vista
y mi mano que nunca se ahoga