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El sueño de Pombal

—a propósito de Los restos del naufragio, de Ricardo Franco—

“Yo no pienso, no sé. Imagino”
ENRIQUE POMBAL


¿por qué?
¿por qué las flores anónimas son amarillas?
¿sus pétalos no son hojas?

casi siempre es demasiado tarde
el tiempo está vendido,
mapas antiguos y una silla bajo el árbol
después de la cena, el descanso
perderse en el cofre del tesoro
en los extraños objetos aquí reunidos
con todo su misterio,
el sol quema en la ventana los libros
de una época perdida
sobreviviendo
a las páginas de mentiras y a los olvidos,
a los chasquidos del surco
a punto de callar las palabras
crepitando como un fuego, una hoguera en la playa
en la noche, en la fotografía
bajo un cristal lleno de huellas
de confusión, de mentira, y la necesidad
de siluetas, de pasos,
tonterías de nombres y recuerdos
de imágenes que se suceden en el mar
una ola tras otra, sin sentido,
como un reloj,
una luna de fragmentos
y la magia averiada del tiempo,
la aguja que salta de nuevo
en la piel analógica de la memoria
rompiendo mi voz
su grano, rompiendo la historia,
la identidad,
¿soy yo el que sueña?

los mapas nunca se equivocan
odio ese papel pautado rígido coordenado
y me emboba a la vez,
es una enorme aventura, y no lo es,
es un viaje sin movimiento,
travel without moving
ojos cerrados
como huellas en la arena, sólidas
huellas de tinta
conducen a mi nombre dentro de una concha
con la lógica de un sueño que se repite,
sonámbulo
concéntrico como cualquier gota en el mar,
aprieto los puños en los bolsillos
y el tiempo, que solo es arena,
escapa en la brisa

—no hagas preguntas innecesarias,
fíjate en la música, cómo desaparece,
¿adónde crees que va?
dispersa los recuerdos igual bajo el árbol,
los recuerdos de un cofre que no es tuyo,
e imagina,
siempre imagina—