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Muerte de Satán para nada

—a propósito de Belle de Jour—

No dejes que se escapen los gatos.
Séverine

Son asfódelos…
Se dice que
cada flor encierra el alma de un muerto.
A veces se oyen sus lamentos.
.
Mathilde


he oído los cascabeles
atrapados en la tierra, bajo las pezuñas
he sentido el temblor de los trenes
arrastrarse como serpiente sobre la hierba

en secreto, bajo el abrigo rojo,
he oído las gotas que lamen los gatos
cuando el cuerpo moja la hierba
y el sol aparece desnudo, cansado, vidrioso

a solas contra el alma
atravesando los ventanales, como en un refugio
y el suelo helado suspira
una onda expansiva de claveles

bajo la luz de la araña
las calles vacías, el aire ausente
se encarga de los insectos detenidos
sortie au pas de la vida

la elegancia de la pisada, sobre cerezas
y coágulos de sangre
frescos de perfume que se derraman,
he oído los cascabeles decir algo rojo, incierto

los charoles de la noche
como la partitura de un gozo
cuelgan de los árboles y los hombros
bajo el sol negro del mediodía, en la ventana

se desplaza como una mirada
suave, silenciosa,
la tormenta aparece contra su luz
una tormenta de asfódelos caídos y blancos

y ahora aquí, inmóvil, inquieto,
los gatos encerrados
y satán contra los espejos
la Société Générale bajo una lluvia de acentos

una mancha oscura, negro sobre blanco,
una pisada en la arena que aún no borró su nombre
un árbol tendido, desraizado como un hombre
un árbol blanco que trajo el viento, descalzo

cómo explicarlo lejos de las nubes
pierrot y el otoño, la hiedra fluye
rampando el cuerpo, coloreando
sobre el suelo mojado la carne y el barro

fin de los tiempos en un bosque sin orden
como un sueño o una moqueta cara
Marcel caído, asfódelo muerto
cantos del reloj y silencio en las alcobas

he oído los cascabeles correr entre los gatos,
muerte de satán para nada