oración de un hombre enfermo
cuyos huesos se rompen y
ruedan por el camino,
agostada el alma contra la tierra
el corazón palpita y falla,
herencia de una vida
es que mi nombre se arrastre
vejado por mi enemigo,
holocausto sin víctima es el poema
y mi cuerpo sin ojo un extravío
morada que no encuentra mirada,
día y noche que confundo
sobre el humilde monte de venus
todas tus olas y reflujos, todas tus nieves
han pasado sobre mí y
languidezco como una cierva herida
esperando el noble cuchillo,
un soplo es solo el hombre
bajo el azote de tu mano
no hay parte sana en mi carne
mi lomo está hecho de fuego
y mi corazón, detenido,
es un largo y calmo lago
que susurra la lengua del poema
bajo la sombra de mi ser humano
en el perfecto camino
extraño en mi presencia
la fiebre de otros días,
la riqueza de la carne y
la boca del pan
que ya no unta mi llaga, que se aparta,
la luz del cuerpo, derramando el alma
era el ojo encendido,
y a fuerza de pensar
saltó la llama
y fue todo arder
y ser ajena mi presencia.
enmudecí, quedé en silencio,
¿dónde está tu dios
tras esta corriente de agua!
retira tu mirada, que pueda respirar,
que no quiero ocultar mi suspiro
de animal que pasa,
que sucede como la lluvia,
que no quiero abandonar mi ansia
que toda medida exceda,
que huela la llaga de mi locura
y las palabras sean
hijos bastardos, fosa rugiente,
sed y excremento,
sonido de álamos en la tarde
las hojas
de un campo sin nombre,
baldío
Este poema está construido con fragmentos del libro de los Salmos de la Biblia.