hombre sin nombre
caído al paraíso del último hombre
verde cadáver de la memoria,
solo tus ojos ven a través de las hojas
la campaña intoxicada
la pornografía de dios en la selva,
indio Tanaru te han llamado,
como pudo ser mosca o leopardo,
y mente desconectada
y hombre sin tribu, y hombre solo,
soledad total de la voluntad
del miedo,
la tierra devorada por el hierro
el árbol masacrado
el agujero para dormir
para enterrar la memoria que fue vida
el blanco liberal cristiano quiere tu tierra,
y tú eres la tierra
y la tierra es tu cadáver y tu savia,
eres mirado como pájaro bobo por drones
escáneres y pantallas,
el ojo blanco que está detrás quiere tu sangre
tu hígado, tu corazón y tu vientre:
la tierra indígena, y está mal dicho,
la tierra simplemente tierra
indio Tanaru, eres pobre en tierra de ricos
el capital lo dice
el blanco lo dice
la iglesia lo dice
el liberal lo dice
españa lo dice
eres pobre en tierra de ricos
cuando tan solo eres tierra, alimento de tierra,
el incendio de tu casa es carne en nuestra boca
y tu muerte el fin del mundo,
tu muerte aparente sin causa ni herida
ahogada en 500 años de infamia
—la democracia es un asesino en serie
de guante blanco—
puntas de flecha talladas
calabaza como cantimplora
nueces secas y negra antorcha de resina
un pequeño huerto
un perfecto hoyo como trampa y escondite,
tumba y ajuar,
perfecto regreso a la tierra que eres
hombre sin tiempo
choza con agujero en medio,
vestigios para una memoria de la humanidad
que a nadie nos importa
Este poema está escrito a partir del artículo del diario Público Muere el "indio del hoyo", el último de una tribu exterminada en la selva de Brasil.