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Baltimore


Era la inutilidad llamando a la ventana que
le escondía del mundo, la
inutilidad riéndose de una inocente pasión,
el cristal y la mano vacía,
inocente es lo mejor que se puede decir
de un cañón en la frente de
la bestia insomne y liberal,
la eterna bestia de los mil nombres
escondida tras una limpia sonrisa y burguesa
educación
la bíblica bestia de cuello blanco que todo
lo corroe con su liberalidad y que
no necesitó jamás nacer.
           Mirar a su través
en la ventana
la nada de la impotencia y la rutina de maldad
cuando los sentidos son prescindibles
y el paisaje el mismo de ayer cuando
eso que llamamos realidad es una fotografía
en que cada haluro de plata
solo desea su propia quemadura bajo el sol
amarillo de su dios
un nombre propio
en la confianza de que la suma no puede fallar
pues
toda quemadura es hermosa como una santa.

Qué sino es esta lucha por la vida
más que una inutilidad y una parálisis
descorazonadora
       tu cabeza en el punto de mira
de la pistola
no es más que un instante inocente,
un sacramento resbalando por los cristales de
la frente en su liberalidad —puto
              diccionario—